11- Sentimiento colectivo

Recuerdo que hace mucho tiempo, en mi primer día de Kinder, en la entrada del jardín justo a las 9:30 se encontraban un montón de chamacos llore y llore, igual que yo porque nuestras mamaces por alguna razón inexplicable se despedían de nosotros. A lo largo de todo ese año de Kinder garden (mi único año) aprendí de lo que se trataba el negocio, te levantabas tempra para que tu mama te relamiera el cabello, te diera tu lechita chocolatada y te pusiera en tu lonchera de HE-MAN tu sanduich de jamón y tu boing de uva. Así tenías también la oportunidad de juegar con otros muchos niños de tu edad y hacer millones de bolitas y palitos.

Al final de ese año y sabiendo lo que me esperaba en mi muy cercano ingreso a la primaria me prometí no llorar al momento de ir a mi primer día de clases y que mi mami me dejara en la puerta, después de todo yo ya era un niño grande, claro. Llego ese día y tal como lo prometí no llore al momento de la despedida, fresco como lechuga entre al salón de clases (hasta ahí todo bien), cuando me percate que evidentemente el sentimiento colectivo era de abandono, tristeza, desolación, ¡histeriaaa!, la mayoría de los mostritos llorando, niños y niñas por igual, fue tanta la acumulación de sentimentalismo que tuve que sucumbir a la generalidad, me solté llorando como magdalena, como si mi hermanita me hubiera tirado al suelo a jalones de pelos, el inconveniente es que como empecé después que la mayoría evidentemente termine después que la mayoría con lo cual me gane la atención de mis compañeritos y de mi maestra, lo positivo de todo este acontecimiento en el primer día de clases es que mi maestra (Jovita) me tomo ternura, ternura que me ayudo a pasar de año, por que no estoy yo para contarlo ni ustedes para saberlo pero en primero no me entraba nada ni a cocolazos. Donde quiera que este maestra Jovita, gracias por no reprobarme en primero y exhibirme por no saber las vocales ni el abecedario.